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¡MAMÁ, LLEVAME A ARTEK!

¡MAMÁ, LLEVAME A ARTEK!

Мы и мир

Escrito por ANNA RAZINKOVA el 29 de abril de 2020

En el aeropuerto N hacía mucho ruido. Los alarmados pasajeros huyeron rápidamente a algún lugar, derribando a todos y todo a su paso. Probablemente tenían miedo de llegar tarde al vuelo o no volar a un destino específico. Sus razones son desconocidas para mí, y no eran de mi interés. Estaba preocupada por algo completamente diferente.

Después de sentarme en mi asiento y abrocharme el cinturón, pensé en lo que estaba pasando. El primer viaje al campamento, separándome de mis seres queridos por mucho tiempo. ¿Y si no puedo sportarlo o si decepciono a alguien? ¿Y si no hago amigos con los muchachos del escuadrón? ¿Y si salgo del equipo y me quedo sola?

Estas preguntas me volverian loca, y no sabía las respuestas a ellas. Y esto me asustaba aún más.

Tenía muchas ganas de levantarme y salir corriendo del avión, porque tenía miedo a lo desconocido. Pero ya era demasiado tarde. El avión volaba alto hacia el cielo y ya se escondió detrás de las nubes. No tuve más remedio que encender la música en los auriculares y mirar la ciudad nocturna desde una vista de pájaro.

Exhalando fuertemente, me dije a mí misma: “Todo estará bien. ¡Puedes hacerlo!“

Los primeros días en Artek no fueron fáciles. Me acostumbré a las reglas y tradiciones del campamento, conocí gente interesante, traté de hacerme amigos de los chicos del escuadrón y los consejeros. Pero lo más difícil fue superar la sensación de estar perdida en mí misma.

No soy fanática de las grandes y ruidosas compañías porque no me siento cómoda con personas desconocidas. Me comunico abiertamente solo con aquellos que conozco bien por mucho tiempo o con aquellos que me gustaron a primera vista. Por lo tanto, tuve pequeños problemas para comunicarme con los muchachos del equipo.

Sin embargo, Artek hizo un verdadero milagro. Al final del turno, conocí a personas maravillosas de otros escuadrones y campamentos, a quienes estoy extremadamente agradecida por todo. Siempre me apoyaron y creyeron en mí, me hicieron sonreír y convirtieron un día normal en uno inolvidable.

Han pasado seis meses desde el final del turno, pero nuestra amistad no se ha desvanecido. Ella, por el contrario, se hizo más fuerte.

Nos relacionamos constantemente en las redes sociales, llamamos por video y enviamos paquetes uno a otro. Y a veces venimos a visitarnos y pasar un buen rato juntos.

Artek es un lugar mágico. Me enseñó a ser yo misma y a no esconderme del mundo exterior. Dio todo un bagaje de recuerdos vívidos y amigos leales que, a pesar de la distancia, me ayudarán, me escucharán y me entenderán.

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